Pedagogía de la aventura

Imaginemos dos escenarios:

Escenario 1: Una adolescente sentada en la mesa de su clase delante un examen en blanco y un bolígrafo.
Está asustada, se siente insegura, no confía en ella misma y en lo que ha estudiado preparando la prueba.
Está paralizada, no puede dejar de mirar el folio en blanco y se ve incapaz de coger el bolígrafo y ponerse a
contestar las preguntas.

Escenario 2: Una adolescente en la montaña, delante de una pared, con su arnés, casco y pies de gatos
puesto, anclada a una cuerda que la une a la persona que la va a asegurar. Está asustada, se siente insegura,
no confía en ella misma y en los recursos que tiene para afrontar esta situación. Está paralizada, no puede
dejar de mirar la pared y se ve incapaz de dar el primer paso hacia la ascensión.


 

 

Nos encontramos ante dos situaciones diferentes donde las sensaciones y emociones que emergen en la
adolescente son muy similares. Por tanto, el desenlace positivo de una de las situaciones nos puede llevar a
resolver la otra también de manera positiva.

En nuestro caso apostamos porque la segunda situación es la que nos lleva a ese aprendizaje.

¿Por qué? Porque nos posibilita un trabajo integrador de cuerpo, mente y emoción. Y si la experiencia se
desarrolla de manera positiva, se puede trabajar como anclaje (PNL) de forma que pueda rescatarla cuando
tenga que afrontar otra situación de bloqueo y miedo parecida.

Esta es una de las funciones de la Pedagogía de la Aventura y de esta forma la trabajamos en Rumbos. El
profesional de la escalada junto con el referente educativo o terapéutico del niño o adolescente trabajan en
equipo ayudando a este a conseguir su objetivo de una manera segura sin evitar la exposición al riesgo y
al miedo, pero dentro de unos límites que no hagan traumática la situación. Una vez finalizada la actividad
se pasa a la parte mental que busca integrar lo vivido. Se le invita a hacer un paralelismo entre la vivencia
de la escalada en todas sus fases y lo que sintió en cada una de ellas con un momento de su vida donde
haya sentido ese miedo que le impidió continuar, de manera que con la nueva experiencia sea capaz de
resolver la otra situación positivamente. Creando así el recurso al que acudir cuando lo necesite más
adelante.

Si te parece interesante esta manera de trabajar en el ocio y el tiempo libre de los niños, niñas,
adolescentes y jóvenes, esta formación es la que estás buscando. Fórmate con nosotros en metodologías y
herramientas diferentes y hazlo de una forma más vivencial que teórica, en primera persona.

La experiencia nos dicta que no existe mejor forma de aprender que conocerse uno mismo, verse en las
situaciones en las que se pueden ver nuestros educandos y saber cuál es nuestra reacción, cómo
gestionamos y damos salida a todas las emociones que aparecen, etc.

Aventúrate con nosotros, no te arrepentirás.

 

Grupos de apoyo y educación Emocional para padres y madres

Nadie nos explica cómo podemos abordar la maternidad o la paternidad. Nuestros peques
van creciendo y aunque aparentemente van ganando autonomía, acompañarles y
entenderles se hace cuesta arriba:

¿Qué le ocurre a mi hijo?
“No puedo con él/ella”
¿Lo estaré haciendo bien?
“No me tiene ningún respeto”


 

Efectivamente, no existe el manual del papá o la mamá perfecta, de la misma manera que
el hecho de que tu niñ@ o tu adolescente comience a cambiar, tampoco tiene por qué ser
señal de que algo va mal necesariamente. A veces se trata de una transición a nivel
evolutiva, y otras veces de circunstancias o situaciones que nada tienen que ver con el rol
de papá o mamá.

En ocasiones se trata sencillamente de cambios en los que hay que volver a reajustar la
familia. Culparnos no va a servir para nada más que para dañarnos o dañar. Desde nuestra
experiencia, sabemos que no hay mejor herramienta que el crecimiento personal y tomar
consciencia de nuestras dificultades, miedos o límites para poder darle la vuelta a las
situaciones que dificultan el bienestar familiar ,y afrontar estas situaciones desde la
oportunidad para reparar o incluso mejorar el vínculo con nuestr@s hij@s.

En definitiva, no es el objetivo o lo que hacemos, sino más bien la manera en que lo
hacemos, lo que va a determinar que esa cuesta sea más o menos empinada.

Por eso queremos lanzarte algunos consejos:

Validar las emociones. A veces nos empeñamos en ponerles la tirita, intentando evitar que
algo les duela o sencillamente restándole importancia a lo que sucede. Lo que les está
ocurriendo es importante desde su corta experiencia. Darle su sitio y acompañarle en su
emoción es fundamental. Ese “mundo” que están afrontando les da tanto miedo como a
nosotros nuestras preocupaciones.

Eres la persona adulta, el sostén y ese lugar sigues ocupándolo incluso en su adolescencia.
No, confrontar con tu hij@ no va a mantener tu autoridad. La autoridad ya la tienes, sigues
simbolizando la seguridad. ¿Qué tal si esperamos un momento en el que puedas afrontar
esa conversación desde la tranquilidad?. En la misma medida que sentimos miedo al
futuro y su desarrollo, lo están sintiendo ellos, por eso en una etapa de cambios evolutivos,
lo importante es que transmitamos la tranquilidad, serenidad y la seguridad necesaria para
que tu hij@ pueda continuar e ir forjando la persona adulta que algún día será.

Castigar puede servir a corto plazo pero…¿Qué ocurre a la larga?. Probablemente ya
habrás comprobado que pierde eficacia y la situación se complica o bien aparecen otro tipo
de dificultades. Si queremos adultos responsables, quizás conviene pararnos, exponer las
consecuencias hacia futuros actos, y desde ahí permitirnos acompañar.

Claro que se van a enfadar igual (no son robots) pero el castigo te aleja, te frustra y te
desgasta, mientras que establecer consecuencias previamente, te va a permitir
acompañarle, observarle y ayudarle a entender que el mundo está lleno de normas y
límites que son necesarios respetar para convivir.

Los límites siempre son necesarios. Esta pregunta suele surgir en nuestro centro ¿son
buenos o no?. Claro que sí, la vida tiene límites y hay que aprender a digerirlos. Los límites
también nos cuidan y nos ayudan a protegernos y proteger en muchas ocasiones. Ahora
bien, los extremos siempre van a jugar en contra. Si nos vamos al extremo de limitar
continuamente, probablemente generemos en nuestr@s hij@s, además de
sobreprotección, miedos y muy pocas herramientas para experimentar dificultades. Si
optamos por no limitar nunca o casi nunca, quizás provoquemos una sensación de tiranía.
Si nunca me encuentro con límites, integro la idea de que en el mundo no los hay y voy a
vivenciar con mucha dificultad las situaciones en las que otros ámbitos me los ponga.

Tu tiempo personal, o el de la pareja si existe, es fundamental. No podemos sostener
sanamente desde la tranquilidad y la claridad mental, si no nos cuidamos primero.
Necesitas espacio personal, cuidarte y tener vida más allá de la maternidad o la paternidad,
experimentar y crecer en otras áreas. Es importante darnos nuestro sitio, al igual que hacer
equipo y llegar a acuerdos si contamos con compañía en esta labor.

¿Te ha ayudado leernos?;¿Imaginas la oportunidad de desahogarte en un grupo de
confianza con mamás o papás que puedan estar viviendo situaciones parecidas?;¿Te
gustaría aprender herramientas que te ayuden a facilitarte el día a día en un ambiente de
respeto y cuidado?.

Sí, tras varios años en los que hemos recogido la demanda de cientos de mamás y papás
que nos pedían un espacio como este, hemos decidido apostar. Queremos crear un espacio
para ti con personas que acompañan a hij@s de edades similares para aprender,
desahogarnos y crecer personalmente.